
Una de mis cosas favoritas, cuando la gente vuelve de los viajes, es escuchar cada detalle desde que partieron de Ezeiza. Disfruto de ver las fotos de los lugares que recorrieron y de las anécdotas más divertidas de esos días en donde se narran las mejores versiones de sí mismos.
Pero lo cierto es que los viajes no comienzan cuando salimos de un aeropuerto. Todo aquel que sueña con conocer un determinado lugar en el mundo, sabe que el viaje comienza desde que un día un pensamiento se instala en nuestro cerebro. Es solo cuestión de oír hablar de ese lugar o ver una foto que nos deslumbra y empezamos a proyectar nuestro anhelo de conocerlo, recorrer sus callecitas, saborear sus comidas, oír sus melodías.
Mónica, nació un 20 de Junio de 1973 en Buenos Aires, pero como la mayoría de nosotros, sus raíces son italianas.
Durante toda su infancia su abuela le contaba historias de su ciudad natal. Lamezia Terme, ciudad italiana de Catanzaro en Calabria.
“Desde que tengo uso de razón, soñaba con caminar esos caminitos. Cada anécdota de mi abuela, cada lugar que mencionaba, me llevaba a soñar con Italia, su gente, sus aromas, su música, sus paisajes. Soñaba con conocer en persona el lugar donde vivió mi abuela y toda mi familia materna”.
Los orígenes de uno, nos llaman en todo momento de nuestra vida.
Escuchando su historia es inevitable no sentirse identificada. Aunque nos criemos toda la vida en un mismo lugar, nuestras raíces son tan fuertes, que no entienden de distancias físicas, kilómetros, continentes u océanos. Cuando nos llaman, no queda más que ir a su encuentro.
"El viaje venía planificado hacía tiempo, pero siempre por problemas económicos, no se podía concretar".
Un 31 de diciembre, plena fiesta familiar de fin de año, una de sus sobrinas le reveló uno de sus más grandes secretos para poder viajar mucho, mucho. Según ella; a las 00.00 una vez que uno brinda con su familia, debe tomar una valija y correr con ella alrededor de toda la cuadra. Mientras va corriendo, debe pensar en aquel lugar del mundo al que quiere llegar. La tradición dice que quien pone en ello todos sus pensamientos positivos y lo anhela con el alma, tendrá un año de muchos, muchos viajes.
Real o no, Mónica corrió cada 1° de Enero a las 00.00 hs desde que escuchó esa historia. Y el universo no hizo más que escuchar a su corazón.
“El 20 de Junio de 2016, el día de mi cumpleaños, entre mi marido y mis hijos me regalaron unas pantuflas. Sólo había dinero para eso, me decían. Más allá de la sencillez del regalo, yo estaba muy contenta por el esfuerzo de ellos de comprarme algo a pesar todo. Es más, recuerdo que eran marca Hornerito”.
Lo que ella no sabía, era que dentro de la caja de esas simples pantuflas estaba el pasaje hacia sus sueños.
“Estuve a punto de tirar la caja al fuego, en la parrilla. Todavía tengo la imagen de mi hija en la cabeza, revoleando las pantuflas para impedir que queme la caja. No pude contener el llanto cuando vi esos pasajes con mi nombre. La alegría que me brotaba del corazón era inmensa. Toda mi familia presente me dio un contenedor abrazo, y se convirtió en uno de los momentos más felices de toda mi vida”.
En Octubre de 2016, se fue de viaje con su esposo a Europa y finalmente, pisó suelo italiano.
“Fue una mezcla de sensaciones: Emoción, felicidad, un poco de melancolía. No dejaba de pensar en mi abuela, que ya partió, en cada rincón. Quería mostrarle que estaba viendo con mis propios ojos todo eso que alguna vez ella me contó con tanto amor en su mirada. Al fin yo estaba en “su tierra querida".
Cada vez que pienso en ese viaje, me sigo emocionando como la primera vez. De hecho, hay noches que sueño, como si volviera a vivir todo nuevamente.
Miles de anécdotas divertidas van y vienen a mi mente, como cuando en Venecia, nos encontrábamos en la góndola mi marido y yo con toda la expectativa romántica que esa ciudad italiana representa. Estábamos en un tour y como nos subimos charlando con otras personas, no nos dimos cuenta de que quedamos separados al sentarnos. Cuando estábamos por pasar por “El puente de los suspiros”, era el momento donde las parejas se besan, mi marido intentó pararse y comenzó a desbalancearse toda la góndola por estar con unos kilitos de más. Toda la gente empezó a rogarle que vuelva a su lugar. Así es que me quedé sin beso, pero todavía me río cuando recuerdo las caras de todos, viéndose tan cerquita del agua”.
“Una noche en Roma, por esas calles angostitas llenas de restaurantes de pasta y comida típica, mi marido comienza a cantar la canción «Nel blu dipinto di blu/ Volare, de Doménico Modugno. Los mozos de todos esos restaurantes, empezaron a cantar. Parecía de película, por un momento creí que estaba en una comedia musical. Cada vez que escucho esa canción, te juro, se me pone la piel de gallina”.
Cuando le pregunto acerca de la Mónica que partió de Ezeiza y la que volvió ésto me cuenta:
“Yo creo que el ser humano es una persona antes y otra después de cada viaje. Veo a los viajes como un crecimiento para el alma.
Considero que crecí como persona y en conocimientos. Amo aprender de cada lugar que conozco. Literalmente cada país es un mundo.
Viajar significa abrir el alma a nuevas experiencias. Hay que ir con la mente abierta a todo. Es inevitable no llenarse de sabiduría, todos, desde el ser más pequeño al más grande.Viajar me enseñó que no hay imposibles. No hay fronteras para lo que uno quiere. Si se quiere, se puede".
"Yo sigo corriendo cada 1° de enero con mi valijita por toda la manzana a las doce en punto como una carrera hacia mis sueños”.

