Nos queda el amor ♥ (y los eucaliptus)
- Paula Farias
- 16 jun
- 3 Min. de lectura

Le mentí cuando le dije que no sabía por qué amaba tanto el eucaliptus. Quizás porque la respuesta me iba a llevar a hablar de vos, de nuestra historia —la cual, no te ofendas— a veces me pone feliz y otras tantas, un poco triste. Quizás porque ese barrio en el que alguna vez viviste estaba lleno de ellos.
Me acuerdo de ese sábado fresco, el cielo despejado, a pleno sol.No sé por qué con el abuelo estábamos por ahí. Vos, con ese auto nuevo que no desaprovechás oportunidad para salir a andar. Buscás excusas para usarlo, como si hicieran falta. Nos encontramos de casualidad y te ofrecés a llevarnos a donde quisiéramos. "Hasta las estrellas los llevo, si quieren" —nos decís.
Me das tanta ternura. Te admiro. Y debo reconocer que un poquito te celo, pero mi amor de prima grande se alegra más que otra cosa. Yo no sé si soy tan valiente como vos. Todavía no me animo a manejar.
Pero vos ahí vas, orgullosa, mostrando todo lo que aprendiste en este último tiempo. Frenás en las esquinas, mirás a los lados, dejás pasar a la gente. Podés pasar el cambio con confianza, sin que el auto traquetee y se apague. Vas mirando hacia el frente y, de vez en cuando, a mí, que voy al costado.
El abuelo, que no sé por qué se copó con ir atrás, te felicita. Se nota que está orgulloso.Yo también lo estoy.
Acá en el sur no hay tantos eucaliptus, pero cuando vamos a Chile, él me muestra un camino repleto de ellos y, por alguna razón, vuelvo a ese sábado fresco.Saco la cabeza por la ventanilla con el afán de absorber todo el aroma de ese árbol. De vos.
De ese lugar. De las cosas más banales que vivimos juntas, pero que, con el tiempo, te das cuenta de que eran tesoros.Tesoros tan a la vista que la vida ni siquiera se gastó en esconderlos.
“Nos queda el amor”, me dijiste alguna vez, en un tiempo no tan feliz. Y yo te entendí. Y con eso me calmé.
Como si algo en mi alma, después de tanto dolor y tanta oscuridad, encontrara un hilo minúsculo de luz al que aferrarse con todas sus fuerzas. No me olvido más de la paz que sentí al pasar ese umbral.Como si fuera una columna invisible que, una vez atravesada, me dejara entrar en un círculo de paz y amor infinito.
Hoy, otro 16 de junio que ya no celebramos tu cumpleaños como nos gustaba.Yendo al Carlitos de Adrogué a comer panqueques salados.
Igual te compré una velita. Un alfajor Tita que va a simular la torta.Y estas dos fotos tuyas que amo con todo mi corazón.
Nos queda el amor.

Nos queda el amor como refugio para los días fríos, tristes y oscuros.
Nos queda el amor que supimos darnos, aun cuando éramos dos pendejas que no entendían nada de la vida… pero de eso, por alguna razón, sí.
Nos queda el amor en los textos que te escribo, y en las páginas de los libros a través de los cuales sé que me seguís respondiendo.
Nos queda el amor en los recuerdos de todo lo que vivimos juntas. De las noches de sábado poniéndonos en pedo ya con la segunda copa de Cosecha Tardía dulce.
Nos quedan los cumpleaños de ambas, para recordarnos que, a pesar de todo y de cualquier cosa, la vida es un viaje hermoso. Y el amor, ese vehículo con el que podemos llegar—desde un barrio lleno de eucaliptus—hasta ahí donde alumbran, las mismísimas estrellas.
Feliz cumple, Jen! ♥ Te amo, con todo mi corazón


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