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Montañas Azules

Actualizado: 30 jun 2021

Mi amiga Sol, siempre dice que el clima nunca puede ser un condicionante de nuestros días, ni de las actividades que deseamos realizar.

Es mi tercer día en esta ciudad de Katoomba, al oeste de Sydney y desde que llegue que no deja de llover.

El primer día, lo tome como un día de relax. Hace una semana que llegue a Australia, desde Argentina y siento que no me he tomado ni un minuto para descansar. Mi cuerpo pide descanso. Estoy congestionada por el cambio de clima y de temperaturas, sumado a que recién ahora estoy tomando ritmo luego del gran Jet Lag que se hizo sentir los primeros días.

Ayer, cuando me decidía a tomarme el tiempo para redactar unas lineas y actualizar mi blog, un chico de Estados Unidos comienza a hablarme, acaparando toda mi atención y no puedo escribir ni una simple oración. Juntos recorremos este pueblo, que parece perdido en el tiempo. Me fascina. Desde que llegue que no dejo de maravillarme con la conservación que hacen los australianos de los edificios mas antiguos de cada ciudad. Comemos una pizza exquisita por solo 5 AUD (dolares australianos), entramos en una casa de antigüedades y nos perdemos en la exquisitez de este hermoso lugar.

Hoy, decido que si o si tengo que llegar a las montañas azules, a las que tanto vengo planificando visitar desde que comencé a organizar mi viaje a Australia. El clima parece estar mucho mas amigable, que los días anteriores, por lo que emprendo mi camino.

Apenas llego al primer avistaje de esas inmensas e imponentes rocas, comienza a diluviar.

Pero, ¿...es que nunca va a dejar de llover en este lugar?

Decido continuar con mi recorrido a pesar de todo. Confío que en algún momento esta lluvia cesara. Me adentro en el bosque. Me mojo. Me pregunto porque a último momento decidí cambiar de campera, por esta que no es tan apta para el agua como la otra.

Concurre al menos una hora, donde esta lluvia no para y la frase de Sol se hace tan presente. La pienso y pienso que diría si estuviera acá. Al cabo de unos minutos, las nubes comienzan a moverse y como por arte de magia, un rayo de sol, asoma en una de las montañas de en frente.

Pienso en mi amiga y en que tan acertada fue su madre al elegirle ese nombre y es en ese momento donde aparece un arco iris inmenso, en medio de esos bosques tupidos y esos pedazos de piedra que parecen cobrar vida.

Las nubes están tan bajas que inundan el paisaje de una mística inigualable.

Me detengo un minuto en un mirador y siento toda la paz de ese lugar, inundando mi ser.

Agradezco tanto haber venido. Agradezco tanto no haberme detenido, ni retornado al hostel, a pesar del clima. Es que si no hubiera llovido, el paisaje seguramente habría sido otro,y ni el cielo azul mas despejado podría haberme obsequiado este escenario tan especial.

Pienso en la magia de la lluvia.

Al fin, a lo largo de mi vida, siempre fue bendición y signo de buen augurio ante los nuevos comienzos.

En la diaria, muchas veces renegamos acerca de las cosas que no podemos cambiar. Nos enojamos, nos molestamos, porque interfieren con nuestra planificación de los hechos tal cual los deseamos, pero... ¿si empezáramos a aceptar todo aquello que viene dado de alguna manera , por mas de que no sea las que nosotros queremos, y seguimos adelante con nuestros objetivos, entendiendo que aquello que se nos escapa de las manos quizás este dado de esa forma para nuestro bien?

Hoy, entendí que aceptar todo aquello que no podía cambiar fue uno de los mejores regalos que estas montañas azules podrían haberme dado.

Que aventurarnos hacia las afueras de nuestras zonas de confort, puede llevarnos a mejores lugares y experiencias de las que hasta incluso soñamos.

Aceptar lo que fluye, sin dejar que nada influya, hará que nos encontremos llegando al final de nuestro recorrido, de una manera mucho mas simple y placentera, conectados no solo con el Universo, sino también con nosotros mismos.

Que los días que no planeamos, siempre terminan siendo los mejores.

Y... finalmente,entender que el Sol siempre estará, aun en los días que no podemos verlo.

Este post, va dedicado a mi amiga María Sol Forte, que aún estando a un océano de distancia, su amistad sigue llenando mis días de amor y de luz.

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